Los pueblos indígenas de la Amazonía son una población epidemiológicamente diferenciada y de vulnerabilidad extrema. Las epidemias de enfermedades por contacto con personas de fuera son parte de su memoria viva. La gripe es una de las enfermedades que los ha diezmado a lo largo de cinco siglos y contra la cual tienen muy poca resistencia inmunológica.  

La pandemia del COVID-19 llega a ellos cuando ya estaban siendo asediados por la malaria, hepatitis b, c y Delta, dengue y luchaban contra condiciones de salud antes desconocidas, como diabetes, presión alta y anemia generalizada. Estos últimos males son consecuencia directa de los cambios alimenticios acarreados por la monetización de su economía, la destrucción de las fuentes de alimentación del bosque y la introducción de hábitos de las ciudades. En muchos lugares de la selva, hasta los más alejados, no hay qué comer. No hay animales, ni peces, y mucha gente ha dejado de hacer chacras porque trabajaban en actividades remuneradas. La dieta amazónica de hoy tiene poco de amazónico: arroz, fideos, atún enlatado, aceite, menestras y gaseosas. Tristemente, esta monetización de la vida amazónica agudiza aún más su vulnerabilidad a la pandemia.

Con la llegada de noticias sobre el avance del COVID-19, comunidades en diferentes partes de la selva alta y baja han reaccionado rápidamente y tomado la iniciativa de cerrar sus fronteras, bloqueando carreteras y la navegación en los ríos. El aislamiento es una estrategia indígena de sobrevivencia ante las epidemias; ellos saben cómo hacerlo, pero para poder llevar a cabo su propria cuarentena ellos necesitan de ayuda del Gobierno, pues ahora dependen de los víveres y de las medicinas de las ciudades.

Hasta este miércoles 8 de abril, las iniciativas tomadas por las comunidades y los pronunciamientos de las organizaciones indígenas nacionales, regionales y locales, no habían recibido el apoyo oficial del Gobierno peruano. En varios lugares, los comuneros se han aliado a las Fuerzas Armadas y la Policía para cerrar sus territorios, pero la falta de pronunciamientos oficiales anunciando un plan de contingencia claro para las comunidades indígenas ha generado gran frustración y desamparo.

Durante el mensaje presidencial de este miércoles, el presidente Martín Vizcarra y la ministra de Cultura, Sonia Guillén, han enfatizado las necesidades logísticas para llegar a las poblaciones en los lugares más remotos del país y señalado que, en el caso de la Amazonía, se utilizarán las Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS) en coordinación con el Ministerio de Inclusión Social y la Marina de Guerra del Perú para llevar alimentos, medicinas y servicios de salud a las comunidades.

La propuesta de utilizar las PIAS es adecuada, pero ampliamente insuficiente. Hay pocos barcos y estos solo pueden navegar en ciertos ríos y en ciertos momentos del año, a depender de las crecientes fluviales. ¿Qué se necesita? Se requiere ampliar la colaboración con las Fuerzas Armadas, no solamente con la Marina de Guerra del Perú, sino también el Ejército y la FAAP. Estos son los órganos del Estado con presencia real y capacidad de ejecución en la región amazónica. Sin el involucramiento más amplio de las Fuerzas Armadas gran parte de la población amazónica permanecerá excluida del apoyo del Estado.

Por tanto, es necesario asignar un presupuesto para que las Fuerzas Armadas, utilizando su logística en tierra, ríos y aire, lleven lo antes posible los alimentos y las medicinas que las comunidades requieren urgentemente para permanecer en cuarentena y para que se ejecute el plan de contingencia durante el tiempo que dure la pandemia COVID-19.

Las Fuerzas Armadas cuentan con la mejor capacidad logística y medios de transporte para operacionalizar el plan de atención de salud y de evacuación de los posibles contagiados en las comunidades. El plan de contingencia podría incluir tanto a las comunidades indígenas como a los caseríos y centros poblados con población ribereña y mestiza que también requieren de víveres y de atención de salud presencial. Parece increíble, pero en este momento tan crítico la mayoría de los centros de atendimiento y postas de salud en las comunidades están cerrados. No hay enfermeras, ni técnicos, ni medicinas para tratar enfermedades comunes, como la diarrea, que es un causante principal de mortalidad infantil. Las comunidades han sido dejadas a su suerte.

La colaboración amplia con las Fuerzas Armadas en tierra, ríos y aire también es crucial para controlar el tránsito de los comerciantes que continúan movilizándose por los caminos escondidos y navegando por los ríos, llevando mercancías. Estos constituyen vectores inminentes de contagio y deben ser efectivamente paralizados. El desorden en las ciudades amazónicas de las últimas semanas ha demostrado que los gobiernos regionales y las alcaldías amazónicas no tienen la capacidad de ejecución ni la presencia que se requiere. ¿Si no logran controlar el tránsito fluvial alrededor de los puertos de las ciudades amazónicas, será que van a lograr ejecutar un plan de contingencia a lo largo de miles de kilómetros de ríos?

En muchos lugares de la selva alta y baja los agentes de la economía ilícita transitan llevando insumos químicos fuera de la ley y cargas ilícitas, de madera, oro y cocaína. La presencia de estos operadores de la economía ilícita es altamente peligrosa para la existencia de los pobladores indígenas, así como los ribereños y mestizos de la región. Es necesario que el gobierno del Perú, las Fuerzas Armadas y la Policía den todo el apoyo a los mecanismos de autodefensa de las comunidades para continuar bloqueando las carreteras y ríos en puntos clave.

Para complementar la capacidad de ejecución y la presencia real del Estado en la Amazonía, el apoyo de la infraestructura de transporte de las compañías de hidrocarburos que operan será también crucial. La coordinación del gobierno con las empresas de hidrocarburos es urgente. Es necesario que los helicópteros, botes y camiones de dichas compañías estén a disposición para llevar lo más rápidamente posible los víveres y medicinas básicas antes que la pandemia se expanda en los ríos. La infraestructura de hidrocarburífera también será crucial para atender a la población en las semanas que vienen y evacuar a los enfermos. Se debe actuar ahora. No se puede esperar más.